martes, 9 de junio de 2020

EVALUACIÓN DE MI PRÁCTICA COOPERATIVA

A continuación , trataré de analizar cuál ha sido hasta este momento mi  práctica cooperativa:

La mayor parte del tiempo mi alumnado trabaja es gran grupo, a veces por parejas y raras veces de manera individual.

Los roles van cambiando. Las responsabilidades van rotando. Al principio, si no hay proactividad, asigno yo estos roles y estas responsabilidades. Pero el objetivo es que el grupo se autorregule, que vayan cambiando, pidiendo la vez a sus iguales.

Si al final sólo tengo que intervenir para animar a alguien a participar, o gestionar algún conflicto que no sepan gestionar solos, misión cumplida. 

Esta manera de hacer es fácilmente justificable. Si el aprendizaje se construye entre todos/as, la implicación es fundamental. Así que al principio de cada curso deben desaprender viejas costumbres y aprender a responsabilizarse de su propio proyecto formativo.

Mi alumnado viene "expulsado" de la educación formal (ESO), ya que el modelo oficial evidencia ser ineficaz con la diversidad funcional intelectual.

Vienen frustrados, enfadados, asustados y amansados. Por supuesto que también llegan con la ilusión de tener una segunda oportunidad (a veces tercera, cuarta,...duodécima).

Vienen tomando apuntes sin parar, pidiendo con ansiedad que no borre la pizarra, intentando disimular sus errores, preguntando constantemente qué sale para el examen,... Al principio se tienen que reacomodar y acostumbrarse a que ellos son los protagonistas. esto es muy difícil de asumir porque conlleva muchísima responsabilidad.

Todos los puntos de vista deben ser tenidos en cuenta. Todos y todas deben trabajar por igual. Pero también se debe buscar la manera de que cada alumno/a tenga su momento para "brillar", que sea felicitado por los demás y que se recuerde ese momento.

La metodología ABP lo tiene todo para poder trabajar según los principios expuestos.

En el pasado cooperé con otros docentes para la realización de proyectos comunes, pero la predisposición cambia muchísimo según el centro educativo y las personas que en él trabajan. La verdad es que lo hecho de menos.

La coordinación no era nada fácil, pero lo fundamental fue que la implicación en el proyecto estuviese al mismo nivel... Lo demás es cuestión de saber gestionar agendas.

¿Se podrían adaptar estas estrategias a la situación actual?

En este punto soy un poco pesimista. Actualmente hay muchas posibilidades y medios para relacionarse de una manera virtual (RRSS, videoconferencias, aulas virtuales, ...), pero hay algo que estas herramientas no pueden facilitar, y que yo considero básico.

Cuando un grupo comparte espacio físico hay una química (no lo digo en sentido metafórico) que hace que se activen ciertas partes del cerebro y que surja el conflicto y la colaboración. Las sinergias que aparecen no se pueden reproducir de manera virtual, sólo se pueden complementar. Sin proximidad física puede haber empatía, pero es mucho más difícil que se mantenga en el tiempo.

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